Tras un proceso con altibajos, Jesús Martínez impuso su criterio, también su primer impulso, para que Guillermo Almada se convierta en el tercer entrenador del Oviedo esta temporada. La decisión, polémica, con una fuerte contestación entre la afición y que supone abonar un traspaso al Valladolid, ya es firme y será el uruguayo el que protagonice el intento por la salvación que, semana a semana, iba poniéndose más caro con la poco productiva etapa de Carrión al frente. Almada ya dirigió ayer su primera sesión en El Requexón y cuenta con tres entrenamientos más antes del estreno del sábado, 14.00 horas, contra el Celta en el Tartiere. Visto lo visto, el ruido generado, la distancia con la salvación y el hecho de que el encuentro preceda al descanso invernal, un partido de importancia máxima en el devenir de la temporada.
Tras algunos giros en el guion, todo al final se encaminó al punto inicial y Guillermo Almada se convirtió a primera hora de la tarde de ayer en el tercer entrenador del Real Oviedo esta temporada. El ya extécnico del Valladolid fue la primera opción para Jesús Martínez, en una operación desvelada en exclusiva por LA NUEVA ESPAÑA en la tarde del domingo, que causó un gran revuelo a nivel nacional, y aunque en la tarde-noche del lunes se temió por su viabilidad, finalmente Jesús Martínez dio el paso al frente en una de sus decisiones más personales en cuanto al integrante del banquillo.
Tras la goleada sufrida ante el Sevilla (4-0) el pasado domingo, el Oviedo tomó la decisión de destituir a Luis Carrión (lo hizo minutos antes de embarcar de vuelta a Asturias en el avión). Lo siguiente fue ponerse en contacto con Almada y el Valladolid para transmitirles su deseo de fichar al uruguayo. Las negociaciones parecían encaminadas a cerrarse el lunes, pero la complejidad de la operación y algunas dudas por el rechazo social generado por su elección hicieron que el club se replanteara la situación. En esos momentos, el técnico ya había sido “separado” por el club pucelano por su deseo de recalar en el conjunto carbayón.
Más que dar marcha atrás, Martínez y sus hombres se tomaron un tiempo para analizar todos los escenarios. Ahí surgieron también alternativas por si el fichaje de Almada no se daba. Pachuca tenía la alternativa de Eduardo Berizzo, al que conocen de primera mano por su trabajo reciente en León. Otra opción era atender la vía española, con varios ofrecimientos (no todos, y esto es importante, que cuadraran en los parámetros económicos de la entidad) de técnicos contrastados. El nombre de Luis García Plaza también se puso sobre la mesa sin llegar a avanzar en la negociación.
En la noche del lunes, y tras otra conversación con Almada, Jesús Martínez ratificó su intención inicial: el uruguayo era el elegido. De ahí que se retomara la negociación con el Valladolid, que siempre estuvo por la labor de su traspaso, ya que si lo despedía (el final alternativo) tendría que indemnizarle.
Almada fue nombrado entrenador poco antes del entrenamiento, una circunstancia que despertó el malestar de varios integrantes de la entidad, y recibió un rechazo generalizado del oviedismo, que se expresó de forma intensa en las redes sociales. En el club eran conscientes de que así sería, pero la voluntad de Martínez, tras estudiar los posibles escenarios, permaneció inalterable para ofrecerle a su entrenador de más confianza la oportunidad de buscar la permanencia con el Oviedo.
Pasado con huella
La apuesta de Martínez es hacia una persona por la que profesa una fe ciega, con una estrecha relación después de tres años juntos en los Tuzos de Pachuca. Esa forma de trabajar, con un ojo continuo en la cantera y un espíritu ofensivo, es lo que mejor casa con Martínez y el Grupo mexicano: en Pachuca, tocó la gloria con, entre otros títulos, la Champions de la Concacaf.
En Valladolid no ha tenido tanta suerte, con 6 victorias, 6 empates y 6 derrotas en su periplo, y el equipo pucelano, favorito al ascenso, en la décima posición. Ahora, afronta un reto aún mayor: salvar a este Oviedo de la caída a Segunda.
